domenica , 22 Dicembre 2024

De nuevo el laberinto español

de DAVID GARCÍA ARISTEGUI – Solidaridad Obrera

Nuove dal labirinto spagnoloEspaña ha tenido, por lo tanto, una revolución política en lugar de una revolución social que le hubiera convenido mucho más

Gerald Brennan hablando de los antecedentes de la Guerra Civil española, en su libro El laberinto español (1943).

 

Introducción: después de la huelga general

En el anterior texto para ∫connessioni precarie valoraba que la huelga contra la Reforma Laboral del 14N en España fue como golpearse contra un muro, mientras el Gobierno del Partido Popular aparentemente ni se inmutaba. Una cierta sensación de frustación y de impaciencia empieza a aflorar en los movimientos sociales del estado español, de ahí que diversos grupos hayan comenzado la búsqueda de atajos para avanzar en el cambio social. Hay que recordar que los atajos en política suelen darse por los extremos, es decir, por la vía de la lucha armada y la insurrección o por la vía de los partidos políticos y el parlamentarismo. Creo que es interesante para los lectores de ∫connessioni Precarie una explicación detallada de algunos de los procesos que se están produciendo por aquí, por si es de alguna utilidad en la etapa Grillo de la realidad italiana.

No nos vamos a detener en supuestas acciones «violentas» como la de un desconocido hasta la fecha Comando Mateo Morral, que colocó recientemente un artefacto explosivo casero en la Catedral de la Almudena de Madrid. Arthur C. Clarke planteaba que cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Esto es totalmente adaptable a la política: cualquier acción suficientemente estúpida es indistinguible de un agente provocador, por lo que acciones como el “artefacto explosivo” en la Almudena serán, a pesar de su impacto mediático, total y absolutamente irrelevantes en nuestro análisis. En todo caso, hay que resaltar que estas acciones facilitan el clima para las detenciones relacionadas con determinados conflictos, como la detención del compañero Alfon en la huelga del 14N o ahora de sus 11 compañeros de Bukaneros – seguidores del equipo de fútbol Rayo Vallecano – acusados de pertenencia a banda criminal, coacciones, amenazas y daños.

Las Mareas

¿En que vamos a detenernos a la hora de valorar el contexto político y social de una ciudad como Madrid? En dos tipos de procesos, lo más visibles y los más subterráneos. Pero antes nos permitimos una pequeña disgresión: Kierkegaard planteaba que los medios de comunicación fomentan opiniones categóricas sobre casi todo, pero no que se actúe en consecuencia: la saturación de información lleva a posponer las decisiones cruciales. Además, Kierkegaard resaltaba también que sólo asumiendo riesgos auténticos se aprende a discriminar entre las distintas opciones y se conforma una acción política verdaderamente eficaz. Los medios generan espejismos, como por ejemplo en Grecia, según las informaciones que nos mandó a Solidaridad Obrera el compañero Kostas, anarcosindicalista militante del Sindicato de Camareros de Atenas: durante los últimos dos años existe una especulación constante sobre el colapso, pero en realidad hay pocos casos de los magnificados asaltos a supermercados. Volviendo a España, “performances” como las del Sindicato Andaluz del Trabajo, robando con prensa empotrada al estilo Greenpeace en un supermercado, es otro ejemplo perfecto de asunción de pocos riesgos en una acción espectacular – en el sentido que le daba Debord – de enorme repercusión mediática, incluso a nivel internacional.

Así que procuremos no deslumbrarnos con los espejismos ni dejarnos engañar por el espectáculo. Uno de los procesos más visibles de los últimos tiempos son las bautizadas mediáticamente como Mareas, clasificadas por un código de colores. Así las cosas, hay una Marea Blanca (Sanidad), una Marea Verde (Educación) etc. Se auto-definen así: «las mareas ciudadanas las formamos gente de los diversos sectores profesionales que  luchamos por los derechos de las personas trabajadoras, por los bienes y servicios públicos, y contra la nefasta y antisocial política de las élites dominantes que padecemos».

Las Mareas son, por tanto, la confluencia de amplios sectiores del 15M con la izquierda institucional. En este tipo de movilizaciones hay quien quiere ver que los sindicatos mayoritarios están perdiendo el control sobre sus bases, cuando está sucediendo justo lo contario. En realidad, la militancia de CCOO y UGT está siguiendo exactamente las directrices de sus organizaciones: ahora toca aparcar momentáneamente las banderas y siglas, para poder mimetizarse en las Mareas, movilizaciones vinculadas a las dinámicas del 15M. De manera totalmente oportunista, sindicatos y partidos políticos se auto-invisibilizan para confluir en movilizaciones amplias, con el objetivo de desgastar al máximo al Gobierno del Partido Popular, mayoritariamente en forma de las distintas Mareas. ¿Que recorrido a nivel social puede tener todo esto? Creemos que más bien poco: los lemas coreados fueron absolutamente genéricos -contra la corrupción, contra la Troika, contra el PP-, y es que es francamente dífícil saber qué revindicaciones concretas se plantearon el 23 de febrero en España, habiendo implicados más de 350 colectivos en más de 100 ciudades españolas, movilizando cientos de miles de personas. Sólo vagas alusiones en el comunicado de valoración de las movilizaciones.

Lo que no es visible es el fracaso total del sindicalismo de base y anarcosindicalista en su intento de movilizarse con el 15M, como hacen los ámbitos más institucionales en las Mareas. Estas organizaciones no renuncian a sus banderas y señas de identidad. Resultado: ni 200 personas en una movilización contra la Reforma Laboral, una de las mayores agresiones a la clase trabajadora que se recuerdan. Y eso que en el pasado 1º de mayo y en la manifestación de la huelga general del 14N estos sindicatos consiguieron movilizar mucho más allá de su afiliación, vinculando al 15M en las mayores manifestaciones de orientación libertaria que se han producido en España en décadas. Y hay que hacer notar, de nuevo, como las y los migrantes siguen siendo invisibles en las movilizaciones, tanto en las más masivas como en las más alternativas. Y lo que es peor, cuando se auto-organizan con la ayuda de los movimientos sociales y realizan alguna movilización con contenidos propios, estos son extremadamente pobres, casi corporativistas. En Madrid hoy por hoy hay organizaciones para las personas migrantes, como las Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos, pero son totalmente invisibles las organizaciones de personas migrantes como la Asociación de Sin Papeles, con el problema añadido de que las coordinaciones como el Ferrocarril Clandestino no parecen tener actividad. Aunque hay que remarcar que desde el 15M se dan respuestas concretas a diversas problemáticas: por ejemplo, la campaña para realizar acompañamientos a las personas sin tarjeta sanitaria – sin acceso a la sanidad pública, en definitiva –, migrantes en su inmensa mayoría.

Nuevas propuestas

Al principio de este texto hablábamos de los atajos que quiere tomar el movimiento, siendo hoy por hoy el de mayor alcance el de la vía institucional. Empiezan a aparece partidos políticos que pretenden «romper el bloqueo institucional» [sic] y que se escuchen iniciativas de los movimientos en el Parlamento, además de que en Catalunya, Euskal Herria Galiza sectores de la izquierda institucional ha apostado por nacionalismo como estrategia electoral, para poder así adquirir algo de representatividad – las dinámicas en torno a las Candidatura d’Unidat Popular, Alternativa Galega de Izquierdad o EH Bildu exceden totalmente el objetivo de este artículo –. Justo en un momento en el capitalismo muestra su verdadero rostro en forma de “crisis económica” y que la falacia de la representación estalla en una “crisis de legitimidad” del sistema parlamentario, un minúsculo sector del movimiento legitima de manera ¿inconsciente? al estado y sus instituciones (¿qué fue del “no nos representan?). Y lo hacen mientras no dicen una sola palabra sobre las relaciones de producción, de propiedad y de clase, más allá de peticiones como la dación en pago. Es extraño que compañeras/os se presten a amortiguar el conflicto social en propuestas como EnRed, cuando el Estado genera y sufre conflictos cada vez más y más irreconciliables e ingestionables, que son consecuencia directa de la actual fase del neoliberalismo.

El 15M decidió salir de la Acampada de Sol, descentralizarse y empezar a trabajar en los barrios. Por lo menos en la ciudad de Madrid este fue un movimiento muy acertado a nivel táctico y estratégico. Algunos grupos ven el futuro del movimiento 15M si consigue superar sus límites: la falta de concreción, uso compulsivo de redes sociales como Twitter, obsesión por el impacto mediático y apuestas políticas totalmente coyunturales (como son los temas relacionados con los desahucios) y desligadas del mundo del trabajo. Solapando con las propuestas del 15M y sus numerosas asambleas de barrio ahora surgen propuestas para intentar superar algunas limitaciones de las asambleas de barrio, alejadas de la izquierda institucional que se camufla en las Mareas y desde dos ópticas distintas y complementarias, no enfrentadas. Una es la apuesta por el cooperativismo, como la Cooperativa Intregal Catalana o la Red de Colectivos Autogestionados de Madrid, queriendo desarrollar experiencias de auto-empleo y la auto-gestión. Y otra es la articulación de un movimiento fuerte en los barrios, a través de iniciativas concretas como son las Redes de Solidaridad o Apoyo Mutuo, o propuestas como la asamblea de Apoyo Mutuo de Solidaridad Obrera, creo que muy similar a la línea que sigue la Unione Sindicale de Base en Italia y su sindicalismo metropolitano.

Parece que no es casual que justo ahora se edite en España Anarquía en acción de Colin Ward. Ward desarrolló la idea de anarquismo «pragmático», enfocado a dar vida a comunidades, no recreaciones de un supuesto pasado mítico si no instauradas en el presente, «aprovechando el complejo material de nuestra vida cotidiana». Estamos ante una nueva encrucijada dentro del laberinto español… ¿asumiremos los riesgos de una acción política coherente y relevante?

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