giovedì , 21 Novembre 2024

¿Quien nos cuida? Las luchas de las trabajadoras de hogar en la crisis pandémica en España

Entrevista a RAFAELA PIMENTEL ‒ colectivo Territorio Doméstico (Madrid)

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Publicamos una entrevista a Rafaela Pimentel, trabajadora de hogar que vive en Madrid y activista del colectivo Territorio Doméstico. Cada vez es más evidente el intento de los gobiernos europeos de limitar los efectos económicos de la crisis pandémica explotando el trabajo de  las mujeres y de los migrantes en los sectores “esenciales” y excluyéndoles  de las diversas formas de subsidios que se ven obligados a otorgar. Mientras el gobierno español esta trabajando a una versión preliminar de la renta básica universal y Pablo Iglesias pide, entretanto, una renta mínima, los subsidios que los españoles están recibiendo están lejos de ser universales y, por el contrario, refuerzan las jerarquías que el capital ahora necesita para reproducirse y que va a necesitar todavía más al final de la pandemia. Si el primer paquete de subsidios provisto por el gobierno simplemente ha ignorado a las trabajadoras de hogar, cuyo trabajo es reconocido sin hesitación como necesario, el segundo paquete, obtenido gracias a las fuertes presiones de las mismas trabajadoras, no ha querido exagerar: subsidios a cuidadoras sí, pero no a aquellas que no tienen papeles o que no tienen contratos regulares. Rafaela muestra de manera muy clara cómo el trabajo doméstico es un trabajo altamente feminizado, a menudo realizado por migrantes, devaluado y por esto doblemente explotado por el capital pandémico, que durante esta crisis se apoya sobre la infraestructura patriarcal y racista de la sociedad para perpetuar su comando sexuado sobre el trabajo. Mientras que muchas trabajadoras domésticas ahora se encuentran desempleadas y, por lo tanto, sin ingresos, muchas otras están encerradas en la casa del empleador sin posibilidad de irse. Sin embargo, estas mujeres están tratando de romper el aislamiento a través de reuniones y asambleas virtuales, que las han llevado a organizar una toma de palabra común y a obtener una respuesta del gobierno, aunque completamente insuficiente. Como muestran claramente las palabras de Rafaela, la lucha de las trabajadoras de hogar para ser reconocidas, ver su trabajo valorado, poner fin a la atribución sistemática del trabajo de cuidado a las mujeres y poner no solo la vida, sino también buenas condiciones de vida antes las ganancias, es una lucha que intenta cuestionar radicalmente a la sociedad y las jerarquías que la estructuran y que precisamente por esta razón ha encontrado en la huelga feminista su herramienta fundamental.

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¿Cómo se ve afectado tu trabajo por la crisis producida por el coronavirus?

Soy trabajadora doméstica y formo parte de un colectivo de trabajadoras de hogar en Madrid. Mi trabajo está extremadamente afectado por esta crisis. Lo que pasa es que las desigualdades y la situación compleja en este sector están surgiendo aún más claramente en este momento. Las personas que somos las más afectadas por las medidas que el gobierno está tomando en España somos la misma gente de siempre: los grupos sociales más vulnerables, las mujeres, las personas que no tienen acceso a ningún subsidio. Ahora se ven realmente las diferencias sociales que ya existían antes. Igualmente, ahora se agravan los problemas que ya tuvimos que enfrentar antes como mujeres, como personas que siempre deben encargarse de los servicios, del cuidado, es decir, como empleadas en los sectores más vulnerables, más devaluados y más precarios. Muchas trabajadoras domésticas que se quedan con los empleadores ahora tienen que quedarse en sus lugares de trabajo para cuidar a los ancianos o para limpiar y cocinar en los hogares, por eso tienen que renunciar a estar con su familia, sin poder salir a descansar. Hay familias que pagan los extras o días libres, otras pagan incluso si no están trabajando y este es mi caso. Pero muchos otras, especialmente las trabajadoras por hora, las enviaron a casa sin pagarlas porque si los patrones no trabajan no tienen dinero para pagarlas. Quienes están excluidas de la seguridad social no tienen acceso a medidas gubernamentales, por lo que es realmente una situación complicada.

¿Qué efectos tuvo la crisis pandémica en las luchas que estaban ocurriendo en España?

Antes de la crisis, el país era atravesado por varias luchas. Las trabajadoras de hogar comenzamos a construir un colectivo en 2006, Territorio doméstico, y a hacer reivindicaciones específicas, como la derogación de la Ley Extranjería, la valorización de nuestro trabajo. A nosotras nos costó darle valor, pero cuando vimos que lo que estábamos haciendo era un trabajo importante porque sostenía la vida de la gente y permitía que otras personas pudieran ir a trabajar al ámbito público, entendimos que era algo indispensable. Tenemos que hacer este trabajo porque permite que el mercado y todo el sistema funcionen. Luchamos como trabajadoras de hogar por cuestiones que nos afectan como mujeres. Por lo tanto, participamos en luchas feministas, luchamos por el aborto y el fin de la violencia patriarcal, para poner el cuidado en el centro. Participamos en las luchas de los migrantes y, en particular, de las mujeres migrantes. Las dos últimas huelgas feministas en España fueron tan importantes para nosotras porque realmente hemos intentado estar allí todas juntas para tejer todas estas luchas: por la vivienda, para tener mejores condiciones de vida, por no ser desalojadas, tener alquileres asequibles, para una sanidad pública y universal que sea un derecho colectivo, no individual y diferenciado. Nosotras somos las que atravesamos las situaciones de la vida más complicadas y por eso hemos sido protagonistas de estas luchas. Ahora la pandemia saca todo a la luz con más fuerza, y estas luchas están saliendo a flote y su importancia es aún más evidente.

¿Hay trabajadores que en este momento pueden tener una visibilidad inesperada y que pueden encontrar oportunidades para posibles luchas futuras en esta situación?

Hay figuras específicas, como las trabajadoras de hogar y las cuidadoras que en este momento pueden tener una visibilidad particular. Durante muchos años hemos estado llevando a cabo una lucha local, nacional y hasta internacional sobre el tema del hogar y de los cuidados. En este momento han sido los cuidados los que se han visto en crisis y es el trabajo de muchísimas trabajadoras de hogar lo que ha sido afectado. Porque nosotras en nuestro trabajo no tenemos derechos como todos los demás. Ahora la figura de la trabajadora doméstica paradoxalmente se está viendo más porque en las medidas económicas tomadas por el gobierno se ha quedado fuera. Por eso tuvimos que organizarnos con más colectivos de trabajadoras de hogar para exigir que el Estado no nos excluya. Realizamos campañas, videos, cartas al gobierno, un manifiesto firmado por muchos colectivos y asociaciones para hacerle ver que las trabajadoras domésticas no fueron tomadas en cuenta. Luego, salieron medidas de subsidio, aunque son muy limitadas porque están previstas solo mientras dure la pandemia, pero lo vemos sin embargo como un paso importante porque nunca hemos tenido subsidios hasta ahora. Es claramente insuficiente, pero es un primer paso para poder obtener el derecho de huelga que aún no tenemos. Es algo insuficiente también porque no todas las trabajadoras de hogar podemos entrar en estas medidas: solo entraran las que tienen papeles y que están dadas de alta en la seguridad social. Entonces, hicimos nuevas declaraciones y cartas al gobierno para decir que hay muchísimas de nosotras que se quedan afuera: aquellas que no tienen papeles y aquellas que, aun teniéndolos, no están dadas de alta en la seguridad social. La peculiaridad de nuestro trabajo es que está calificado como esencial, pero no lo suficientemente esencial como para tener derechos. Los comunicados de prensa, las campañas, las cartas y el manifiesto que escribimos lograron darnos visibilidad y destacar cómo está organizado nuestro trabajo, en qué condiciones lo estamos haciendo, sin tener derecho a huelga, a un contrato (porque aun sea teóricamente obligatorio, los patrones no lo hacen).

¿Cuáles son sus expectativas, sus reivindicaciones y planes con respecto a la iniciativa política que seguirá al final de la pandemia?

Queremos que este trabajo, realizado por el 98% por las mujeres y las mujeres migrantes, sea reconocido, tenga valor, además porque el mundo y esta sociedad tienen una deuda histórica con las mujeres que han realizado trabajos de cuidado y siguen haciéndolos en condiciones realmente precarias. Vamos a ser aún más precarias en el futuro porque la mayoría de nosotras no tendremos jubilaciones y pensiones porque nunca nadie ha cotizado por nosotras. Queremos tener el derecho al paro. Reclamamos estos derechos como trabajadoras domésticas, como mujeres, como migrantes, como feministas porque creemos que el trabajo que hacemos es importante porque sostiene la vida y a esto hay que darle la vuelta. No es posible que las mujeres siempre tengan que hacer este tipo de trabajo. Y no es posible que solo pensemos en la reproducción de empresas y no en la vida de la gente. Esto tiene que cambiar. Vamos a luchar porque los cuidados se pongan en el centro, pero también porque no seamos las mujeres que sigamos cuidando. Vamos a seguir luchando para que el acceso a los cuidados no dependa de cuánto dinero tengamos, vamos a seguir luchando para que el Estado y los hombres se involucren en los cuidados y no siguen recayendo sobre las mujeres. Estas demandas deben servir para sostener a la sociedad de manera diferente al final de la pandemia. La sociedad no puede ser sostenida por el trabajo de las mujeres, por los grupos más vulnerables, por las personas que necesitan el trabajo y que se ven obligadas a poner en riesgo su salud porque de otra manera no pueden comer y no pueden ni sostenerse ni sostener las otras vidas. Queremos que esta sociedad cambie de una vez por toda. Ya no queremos una sociedad que considere que nuestra vida es tan indigna que no podemos tener derecho a la salud, a la educación, a la vivienda. Hay que darle la vuelta. Este virus ha afectado a todos: blancos, negros, amarillos, pobres, ricos, pero ha afectado de manera diferente. Está bien que los ricos se queden en casa, tienen su dinero, sus camas cómodas para sobrevivir, pero a las personas más vulnerables, que no tenemos nada, el virus nos ha afectado de otra manera. Es por eso que continuaremos luchando, para que, si esta situación vuelve a suceder, no haya más personas que sufran tanto como lo está pasando ahora para millones de personas en todo el mundo. Estamos pagando caro las desigualdades en este momento. En todo el mundo, las trabajadoras domésticas ahora tienen estos problemas, por lo que ahora tenemos que luchar para poner la vida de las personas en el centro.

Intentamos mantenernos en contacto, hacer reuniones virtuales, hacer la asamblea que solemos hacer el segundo domingo de cada mes y también animar a las trabajadoras de hogar que están cerradas en la casa de sus empleadores para que cojan su tiempo libre. Intentamos fortalecernos, colaborar, también intentamos ayudarnos mutuamente con fondos comunes para satisfacer nuestras necesidades. Nuestras abogadas continúan siguiendo a las trabajadoras en línea para que vean lo que pueden hacer si las despidieron, es importante hacerles sentir que no están solas. También hemos brindado apoyo psicológico, a través de llamadas telefónicas, a las trabajadoras que han tenido que quedarse en sus lugares de trabajo y que nunca pueden descansar y que tal vez han tenido que ser testigos de la muerte de las personas que cuidaban. Continuaremos luchando y presionando al gobierno, incluso con respecto a alquileres, desalojos, para evitar que se corte la electricidad, el agua y el teléfono si no se puede pagar el alquiler. Intentaremos evitar soluciones individuales y lidiar con esto colectivamente.

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